martes, 6 de abril de 2021

Continúan los desprendimientos en el desgastado parque de viviendas de la ciudad

La no regeneración de las antiguas casas, muchas de ellas durante años sin vender, abandonadas por sus dueños, lleva un lustro provocando desprendimientos, hundimientos y caídas de cascotes a la vía pública que no han matado a nadie de milagro –en el edificio del bazar de la rotonda de León hubo un caso muy grave años atrás, y otro en la esquina del locutorio, en pleno mercadillo de los sábados, que se saldó, milagrosamente, sin incidentes, aunque por haber ocurrido en día de mercado semanal, con la calle atestada de gente –antes del covid-19– fue una auténtica suerte que no hubiese una desgracia en forma de heridos o vidas humanas (porque un cascote de cemento si te cae de una altura de una cornisa, en la cabeza, te puede matar). El ayuntamiento, a pesar de que se lo ha reclamado este periódico –creo que hemos sido el único medio de comunicación de la ciudad en poner de manifiesto esta precaria situación de decenas de edificios de pisos y otros inmuebles– no ha hecho nada para exigir a los propietarios un mantenimiento de tejado y fachada para evitar caída de cascotes a la vía pública. Y quitando casos contados como la casa cerca de la plaza Obispo Alcola (junto a HH Carmelitas) que se reparó el tejado tras el hundimiento, o el edificio de El Cielo, que fue otro en los que se actuó para acondicionar su fachada, en muchas casas de la ciudad no se ha hecho nada hasta que se cae un cacho y acude la Policía Local a poner cinta o vallas señalizando que parte del edificio se ha hundido o que han caído cachos del alero, cornisa o fachada a la vía pública. De momento la suerte sigue estando de nuestra parte y cuando han caído cachos de cemento, tejas o ladrillos a la vía pública de esos edificios sin mantenimiento, la casualidad ha querido no pillar a nadie debajo... pero la suerte no nos va a sonreir toda la vida, y el ayuntamiento debiera de obligar a los propietarios a mantener en adecuado estado sus inmuebles antes de que un cascote desprendido mate a alguien.

Marcha cicloturista a Castrotierra