martes, 5 de mayo de 2009

Fallece Leopoldo Fuertes Centeno 'Braulín'

José Cruz Cabo.-No por esperado nos resultó menos dolorosa la muerte de nuestro entrañable amigo Leopoldo Fuertes Centeno, conocido cariñosamente entre nosotros por Braulín. La estrecha camaradería y amistad entre Polo y yo, viene de la adolescencia, ya que nos conocimos sobre los catorce años en Acción Católica, donde el atropachicos de D. Angel Riesco, nos controlaba y después montó la Academia Nocturna para jóvenes trabajadores, que tan buenos resultados dió para muchos de los chavales de entonces que nos poníamos a trabajar a los catorce años o antes.
Después seguimos fortaleciendo esa amistad a través de la pandilla. Pues pertenecímos a la misma y los domingos y festivos, nos reuniamos todos para jugar la partida y después ir al cine. Yo vivía en el Barrio San Eusebio y tú, amigo del alma, en el San Julián. Terminaba de comer, e iba a recogerte a tu casa. Partíamos barrio del Jardín adelante, hasta la casa de los hermanos Sevilla, David y Luis. Sus padres nos aguantaron mucho, lo mismo que sus hermanas. Llegaban a continuación Evaristo y Cesáreo, que vivían en la Estación, y se nos juntaba después Benito. Desde allí, todos juntos, marchábamos para el bar, donde se nos unían Isio y Tomás. Después, muchos domingos, nos esperaba Don Alberto, en el juzgado, y con él lo pasábamos a lo grande, ya que se hacía chaval, como nosotros, y además nos solía invitar, al final, a pasteles o imperiales. Como a la salida de misa de 9,30 los domingos, la de Acción Católica, nos regalaba el churro de Casio. La famosa obra de teatro que realizamos en Acción Católica, en la que hiciste de cura, sirvió para que durante un tiempo te llamáramos Don Sabas, que era tu personaje.
La vida siguió, hicimos la mili, tú en Zamora y yo en Medina del Campo el año después. Cuando volvimos, seguimos la amistad pero ya los noviazgos de cada uno, nos dejaban menos tiempo libre y aunque seguíamos jugando la partida los días festivos, después cada uno marchábamos a nuestras cosas. Nos casamos, tuvimos hijos y nietos, seguimos trabajando en nuestros respectivos oficios, pero la amistad siguió y siempre que nos veíamos tu sonrisa y tu buen humor nos alegraban a todos. Fuistes una persona encantadora y amable, además de servicial, y ahora te habrás unido a tu cuñado Benito y a tu hermana Olvido. Mientras viva te llevaré en el corazón, por lo que me uno al dolor de tu esposa, de tus hijos, de tus nietos, y espero que seguirás con tu sonrisa en el más allá, donde si Dios quiere, algún día, podremos volver a encontrarnos para no separarnos más. Leopoldo Fuertes Centeno, Braulín, hasta siempre.

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